La llamaban la chica de las mil y una caras. Era una chica un tanto especial. Daba igual si la conocías o no, pues nunca sabias por donde te iba a salir. Unos días era la chica mas feliz del mundo, regalaba sonrisas por cada esquina y por cada parte de la ciudad se podía observar la gigantesca sonrisa que mostraba. Otros días la peor de sus caras aparecía, un mal dia quizás. En cambio otros la gustaba hacer el payaso, lanzaba besos, hacia muecas, y se pasaba el dia haciendo sonreír a quienes lo necesitaban. Sin embargo, los días que había que ponerse seria, así estaba. En cuanto a temas de amor, era una romántica empedernida, su dulzura la caracterizaba en esos campos, y con una simple y sencilla sonrisa, hacia de su rostro un alma enamorada. Dicen que el tener mil caras es símbolo de desconfianza, que una persona que tiene mas de una cara, no es lo que muestra, no es de fiar, pues no sabes a cual de ellas creer. Ella decía que tener mil caras, era tener personalidad. Que alguien que siempre muestra la misma, para lo bueno o lo malo, para las alegrías o las penas… es alguien que no siente, que no vive. Por eso ella cambiaba constantemente, porque su vida se movía, y ella al compás de esta.
